LAS ALAS DEL VERSO
-Mónica
Gameros-
Vol.
1 Poesía de Bolsillo
Cascada
de Palabras, cartonera
[a
mi hija Lisa Björk, con amor]
[BJÖRK]
Enredada en posibilidades
infinitas
flor canto eco viento, al final,
el terremoto de mis dedos
dibuja la sonrisa de una niña
convertida en ancla
Me mantiene asida al puerto.
Mi niña me sonríe entre sueños,
lejos de mí,
suspira por nuestras alas
conversas en futuro.
Cantamos y reímos como siempre lo
hemos hecho
Nos abrazamos por las noches
mientras dormimos en la distancia
Sólo anhelo su pequeño cuerpo
entre mis brazos,
Sólo suspiro por su voz contenida
entre mis recuerdos
y su voz lejana me fortalece día
a día.
Mi pequeña sirena, eres mi canto
Mi pequeña Björk, eres mi eco
Mi amor no importa el tiempo,
mi regazo es océano en calma para
tu vela,
mis besos, el fin del tornado que
te rodea.
1
Soy el verso que nacerá
de tu anhelo
Gala
Ozono (México 1825)
LAS ALAS DEL VERSO
Esta mañana descubrí que muto.
En la espalda me nacen dos cosas
extrañas,
comienzan a salir y causan en mí
la urgencia de saltar
desde el punto más alto de la
copa de una Jacaranda.
-Tengo
pies que se transforman en bruma,
las
manos se levantan hacia el horizonte,
mis
labios, se han sellado-
No sé, creo que pronto
desenterraré la ansiedad almacenada.
Soltaré
las amarras del navío.
Volveré
al ojo del huracán.
Contemplaré
el todo como antes,
en
medio del mar en celo, abrumador, abismal.
Esta mañana, mis ojos se abrieron
ante el espejo
como
dos planetas en colisión.
Muto, de a poco, me transformo.
Comienzan a señalarme,
cuando camino ligera por la
calle,
floto entre rumores.
Muto y de la espalda me nace
polen, semillas,
cúmulos gigantes.
Es
inevitable.
Muto y mi cerebro sólo piensa en
aduanas, fronteras, montañas.
Muto y canto para saludar al
cielo que me recibe
y me habla de intensas batallas
entre aquellos
que se amarran al mástil del
barco que se hunde y
los otros, que prefieren nadar en
medio del mar en brama.
Esta mañana me di cuenta de que
muto,
quedé entre dudas atrapada.
No
me decido.
Creo que cambiaré de nombre,
creo que renunciaré a ser un
nombre,
creo que dejaré de lado cualquier
nombre,
creo que desplegaré las alas.
Por lo pronto, me uní a una
parvada.
Por lo pronto, decidí quemar el
archivo muerto.
Por lo pronto, despegaré los pies
de la montaña.
II
Hoy me gustaría sólo ser aire...
Mañana, seré brisa.
Quiero ser la sombra que viaje
entre ventanas
para llegar a tu sueño e
invitarte a partir.
III
Ayer, me dispersé en fuga fortuita. Hoy,
acarició –sutil- la sonrisa de la niña que vive
en mi cabeza de mujer caracola.
en mi cabeza de mujer caracola.
[NECEDAD]
Que dicen que no vale la pena
volar, que me pierda,
que me esté quieta, que me quede
callada,
que guarde todo intento de
movilidad,
que me apacigüe y no haga más.
Y ordenan:
-Aquí
te quedas, de aquí no sales,
deja
de buscar entre los rincones
de
las calles convertidas en cajones.
y cuestionan:
-de
qué mierda hablas cuando describes al amor,
son ideas
que no llevan a nada-
y se repite y se repite la misma
canción, y yo, que soy necia,
digo que el amor está convertido
en piedra.
y ellos, que son cabeza dura,
dicen
que el amor no vale una tabla,
que
con eso no se paga una cena,
una
rebanada de nada,
y me exigen y me arrinconan y me
gritan:
-deja
de ver los cables de la azotea,
no
son crucigramas,
¿a
qué te quedas viendo las hojas por las que el sol pasa?
No
veas, no observes, no escribas- REPITEN TODO EL TIEMPO
desde que tengo recuerdos, sólo
vociferan:
-no
viajes, guarda silencio, no presiones,
nada
cambia, todo queda igual,
nada
cambia, todo se queda como está-
Y yo, que crecí entre tendedores
de colores,
entre callejones grises pintados
con flores. Yo,
que no tengo nada más que las
palabras,
no puedo obedecer
-aunque
quisiera, no podría-
se me hace nudo la voz, se me
atora en la garganta,
me asfixia, me ahoga.
Es esta lumbre que me prende.
Esta cosa que me incendia,
es un eco convertido en
avalancha,
una loquera que no me da paz,
algo a lo que llamo libertad, y
yo,
que no me sé estar callada
-respondona
como siempre-
voy por las calles pensando en
poemas,
y me doy cuenta de que la voz se
me hace canción,
me doy cuenta, de que la gente no
sonríe,
sólo marcha, sólo espera, y se
traga la impaciencia,
se llena de calma, se llena de
miseria…
Y yo, que no me siento parte de
nada,
veo, observo y pienso, siempre en
verso.
Es, como sí ya no supiera hablar,
como si ya no fuera gente normal.
Nomás
agarro la pluma y se me salen las metáforas de los dedos,
nomás agarro la hoja y a
borbotones,
las palabras se me vuelven
pájaros
que se van a dar la vuelta, desde
lo alto,
para vernos así,
chiquitos
como hormigas en marcha continua,
todos
en fila, todos trabajando para comprar un poco de comida,
un
poco de tela, un poco de vida.
Camino por las calles en
silencio.
Es
un momento de paz en medio de la histeria colectiva,
un momento en el que puedo hablar
al viento,
aunque me crean loca, aunque me
crean ilusa,
aunque me crean una bala perdida,
voy por las calles, como
partícula suelta
y pienso, observo, y luego,
mis ojos son hojas, mi voz
llovizna,
la vida, muros altos en los que
escribo sin reparo,
sin pensar en quien lee, sin
imaginar si quiera,
si algo de lo que escribo tendrá
eco en algún lado.
No importa, para qué preocuparse,
si la poesía no sirve para usarla
como calza de nada,
si el arte no es nada mientras la
vida
se convierte en mercancía.
Sólo deseo una cosa sencilla,
simple, mínima.
Sólo deseo vivir así, con los
dedos rebelados,
con las imágenes escapando de la
mente,
con los días escurriendo por las
hojas,
con las palabras vueltas poesía.
Sólo deseo vivir así
aunque no pague renta,
vivir así en vez de morir un poco
cada día,
atosigada con la miserable y
aburrida vida
de quien es productivo mientras
se tiene energía,
de quien es sólo carne, sólo
histeria.
Vivir así, ser una cosa extraña,
una palabra suelta,
un poema.
Soy necia, no cabe duda.
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