LA PLUMA RETORCIDA

[SHAME]    Qué tristes los hombres que no son sino un pedazo de carne inservible, al final no les queda sino la hoguera de la nostalgia sobre la que pernoctan tristeza.







 


METICHES
Mónica Gameros





Hay pocos lugares que las mujeres no hayamos “profanado” con nuestra presencia. Las universidades, las pulquerías, las cantinas, los hoteles, los equipos de fútbol, los cuerpos de bomberos, los espacios en la investigación científica, los partidos políticos, los cuerpos policíacos, el ejército, el mundo financiero, el sector empresarial... las tiendas Sex shop.
Por jugar, por broma, invitadas por la pareja, por curiosidad, para comprar un regalo, para ver una película porno, para comprar un vibrador de autoconsumo, para ver que hay de ropa íntima, para saber. Algunas hasta entran con sus maridos; otras entran con los amigos o los novios, primero ruborizadas y asombradas de la invitación, salen del lugar con una expresión de maravilla y espanto, mezclados con la incredulidad de haber hecho eso, pero siempre divertidas.
Dentro de la tienda las órbitas femeninas se agrandan, las expresiones son de asombro, de miedo, de asco, de antojo, de curiosidad; se animan a preguntar ¿para que sirve eso? cuando escuchan las maravillas del aparato, pensativas imaginan el uso que podrían darle al juguetito en cuestión, pocas sonríen y afirman ¡Está bueno!, la mayoría voltean a ver a la pareja pero no dicen nada y otras de plano lamentan, ¡Uy, como es mi marido!
 
La última sorpresa, me la llevé al saber que ahora en las Sex shop hay entrenadores sexuales que dan consejos y enseñan técnicas de erotismo para lograr superorgasmos. Nando es uno de ellos y me platica que de su clientela, la mayor parte son mujeres jóvenes y otra, menor, es de parejas donde el marido, con cierta edad, paga por ver. Me confiesa que una pareja suya es un diputado y su esposa... no suelta quienes son, Sería poco ético, asegura.
 
¿Qué es lo que más compran las mujeres Nando? Vibradores, responde sin pensarlo. Me mira, es moreno, mezcla de rasgos indígenas y negros, al cuello tiene un collar que parece una gargantilla que adorna su torso fuerte. Su ropa parece la de un bailarín de los setenta medio modernizado, tiene algo de encanto. Dice que no le va mal y usa oro, supongo que es cierto.
 
Le pregunto a Nando si enseñar es difícil, sonríe y susurra, Sólo hay que conseguir que te tengan confianza, lo demás viene por sí solo. ¡Nunca uso mi pene para nada! afirma mientras dibuja una cara de orgullo profesional, de quien se sabe maestro en lo que enseña y se le ve contento cuando habla de cómo aborda a las chavas para venderles algo de la tienda donde trabaja. Muchas, dice, me piden que les enseñe técnicas y son bien cachondas en la clase, mientras que sí las ves en la calle, seguro estás de que nunca voltearían a verte.
 
 A los cientos de películas para gays, lesbianas, machines y mujeres, les siguen los juguetes sexuales, los vibradores, las cadenas y máscaras de sadomasoquistas, las ropas super sexis, las revistas, los dulces con forma de pene erecto, los condones, el gel lubricante de todos sabores y colores, las sustancias afrodisíacas y energéticas, el viagra femenino y montones de consoladores en diversos tamaños, texturas, colores, materiales, con baterias y sin ellas, duros y suaves, flexibles y no tanto.

Lo pienso un segundo e imagino que estar frente a los productos eróticos es como cuando los pequeños están frente al stand de la juguetería, en el centro comercial, ¡Sólo que ahora Ken es de carne y hueso!












TODO ESTÁ EN EL PODER DE LA MENTE el placer del cyber sexo

     Como seguimos juntos por conveniencia, negocios o placer, las redes se han diversificado: plurales y globales, nos permiten convivir sin vernos, sin tocarnos e incluso podemos llegar al sexo ocasional.  Seguimos buscando a los iguales, en un espacio inexistente que abarca al mundo entero, la red de Ariadna ahora hecha de fibra óptica; esta nueva identidad, la del cybersexonauta, atiende los gustos, las perversiones y las filias de cachondos y obsesos.

     Los cybersexuales utilizan las redes sociales para encontrarse con otros de su calaña y con personas que sin haberlos conocido en persona, saben cómo luce su cara, su cuerpo; incluso tienen la imagen de sus actividades, sus fiestas, sus paseos, es como si pudieran leer tu vida en imágenes y de pronto, la cosa se pone intensa, el cazador saca el cuchillo de Rambo y navega por las redes, de alguna manera los cybersexuales van en busca de gente a fin a su forma de relacionarse con el sexo, son perfectos medidores de la libido, las palabras llegan, las imágenes se ponen cachondas, el intercambio es intenso, de esta manera el mejor lubricante es el poder de la mente:
Ø¿cómo estás preciosa?

     Ella siente que el ombligo se le hunde en la vagina, y el hombre del chat ni siquiera le gusta demasiado, pero la actitud le hace empezar a volar hasta un cuarto de hotel, con media luz, devorada por un demonio que la besa a mil kilómetros por hora mientras la aprieta, lame su cuello, se come sus labios y funde su torso sobre el pecho de esta desconocida amiga del blog. Mil cosas pasan por su atormentado sentimiento de culpa: prejuicios, tiempo, un pretexto, una mentira, un tono de voz, planea, imagina…

Ø Y cómo qué te gusta hacer?
Ø Me gusta hacer el amor, girar y volar hasta que ya no podamos más, hasta que el aliento acompañe el ataque de euforia, esa que te hace gritar, ser feliz
Ø Puedo gritar???
Ø Puedo verte después de las cuatro
Ø Hoy? No, ¡espérate!
Ø No puedes?
Ø De hecho sí pero, a ver espera
Ø Sí

     Pasan algunos minutos, él se siente un poco angustiado, la chava de la foto está linda, se ve divertida, está buena, tiene de todo, un buen trasero, ojos de loca, su cabello negro como un cuervo y esas tetas, está buena y ella lo sabe, si no ¿por qué pone esas fotos?, bueno hasta una sonrisa, no muecas, no momentos congelados, se ve que estaría bien espera y nota ansiedad en su pierna, él busca placer, ella tiene novio, qué podría pasar, por lo menos no le saldrá con que lo ama, por lo menos podría desaparecer de un día para otro, eliminarla de sus contactos, bloquearla, no hay peligro sentimental, sólo nalgas de película porno…

Ø nos vemos a las 4, pero tengo que regresar a las 6
Ø Va, te veo en el hotel junto al metro
Ø Pero vas a usar condón?
Ø Llevo tres, te late?
Ø Mejor dos paquetes, uno que sean ribeteados

     Él se sorprende de lo que está leyendo y sonríe a 180 grados porque llevará su paquete, el ribeteado y se pondrá guapo comprando gel lubricante térmico, aquella será una tarde qué recordar.

Ø estaba pensando en t i
Ø Ah sí?
Ø Te vi frente a mí con la luz del sol entrometiéndose para tocar tu cara mientras yo te besaba despacio y lamía tus labios, bajé por tu largo cuello, lamí tus senos hasta que te sentí lluvia, hasta que tus uñas rasguñaron mi espalda y levitamos

     Ella enmudece con la imagen, ya está anegada, sólo quiere que sean las 3 para llegar hasta el cuarto de hotel oscuro, radiado por la luz de la tv de cable, húmedo por la energía liberada de sus cuerpos. ¡Oh!, si pasará el tiempo como el agua; ella quiere desintegrarse y flotar hasta el asiento del metro, para viajar a ese momento, a ese instante, cuando el sol estalla en su vientre y se expande por cada una de sus terminaciones nerviosas.

     Los minutos corren por su lengua, son como cianuro, le mata la espera, es como si el tiempo fuera al revés, son unos minutos, menos de una hora. Para ella se convierten en siglos de imágenes. Ella bajo un torso furioso, sus piernas enredadas sobre el demonio como si al hacerlo se convirtiera en una puerta al abismo de su sexo. La imaginación le hace escribir:

Ø Quiero que beses mi boca hasta que se incendie; quiero que muerdas mi clítoris, que no bajes la velocidad, que no te detengas, que seas un rayo impactándome para que libere el grito; quiero que seas un explorador, que el fuego de tus palabras me queme hasta la locura; yo seré una Beatriz en fuga, arrebatada, impúdica; yo seré sirena, medusa, ninfa y te dejaré extasiado y me pedirás más, y tendré que irme a los siete niveles del infierno. Si besas mi espalda arqueada como un felino frente a tus ojos, podría buscar un jet, y en el aterrizaje buscaría tu falo con los labios, seremos dos en una micro galaxia, explotando...

     Los cybersexonautas se han adueñado de las redes sociales, son depredadores, coleccionistas, los amos de las relaciones fugaces, mujeres y hombres solteros hasta bien cerca los cuarenta, no dejarán los viejos hábitos ni siquiera en el caso de ir contra natura y haberse a sentado en un departamento de crédito bajo, con una pareja y por lo menos dos máquinas de euforia infantil; se adaptan por momentos para no quedarse solos, no es que sean infieles es que les gusta la novedad, el sabor de la conquista, el peligro del affair; el cybersexo es la heroína de los yunkies, la línea blanca de los abogados, el viagra de los empresarios, es la ventana a tu intimidad y ellos te tienen en la mira.





 Imagen de Nicoletta Cecolli


MISERIA PERRA


Todos los días por la mañana viajo al lado de ojos grises,
de frentes crepé, de manos duras, conversas en piedras
que se tallan la mirada cansada, que se acomodan las faldas percudidas, que se soban la espalda, la nuca, la espalda baja,
como si con eso lograran sacudirse el dolor de los años, la decepción entera de la vida que los exprime.

Ellos cierran los ojos tratando de ganarle tiempo al tiempo, ellas se clavan en los espejos donde su reflejo les habla de la vida que se les escurre entre permanente, tintes y maquillaje líquido que nunca es del color de su piel, sino un poco más claro, siempre un poco más claro, a veces más de lo necesario, en perfecta combinación con un tinte dorado para sus negros cabellos, a veces para mantener a flote su mentira sobre el paso de los años, los hijos, los nietos, los amores perdidos, los amores añejos y la convivencia diaria con el señor que aguantan cada fin de semana, ebrio, apestoso, iracundo, violento.

Como cada mañana, me siento al lado de las ventanas del autobus-lata, miro el tráfico neurótico; la prisa angustiada y el viento se desgastan en coros metálicos por donde se escurre
el salario de la tardanza que -involuntaria- se convierte en cadena que te mantiene más de 8 horas en un centro de producción de algo relacionado con la manufactura de lo que llamamos realidad, con las drogas que llamamos legales, ilegales, fashion o inmorales, del dinero que se convierte en dios.

Afuera, las calles podridas hieden y muestra rostros polvosos, llenos de fracturas que se convierten en años de descuido. Entonces, el mundo se confirma como el escenario vacío que siempre he conocido, un tipo de juego de veletas, un lugar donde actuar es jugar, es sobrevivir, siempre en espera de la nueva compañía teatral que se prepara para ejercer el erario público, una puesta en escena dispuesta de tal forma que la escenografía parezca nueva aunque siga llena de remiendos.

Mientras cada quien toma su lugar, algunos en las gradas de espectadores, otros sobre el escenario, otros tras bambalinas, otros -muchos- flotamos como las luces que cambian de vez en vez el ánimo de la concurrencia.

Atrás del escenario vacío se quedan las fuentes sin agua.
Los arcos del orgullo de los pueblos originarios se caen a pedazos. Las banquetas se perfuman con agua de cloaca.
Los árboles mueren, las bardas languidecen y sostienen
mentiras que hablan de triunfo como quien describe un sueño.

Atrás, quedan los coros de la esperanza de los pueblos, al frente, se avecina la llegada de la nueva compañía teatral que vienen a cuidar el erario de los millones de pobres que viajan dos horas para llegar a trabajar 10 horas, en espera de ganar unos centavos por muchas horas, para llevar tortillas, chile, frijol, arroz y café a la casa y matar el hambre aunque sea unas cuantas horas, para volver al desgaste de las horas en el transporte de las horas, para matar el tiempo en pocas horas, para seguir "viviendo" algunas horas.

El escenario vacío siempre vacío sigue en espera de la nueva compañía teatral, al frente los alfiles siguen en batalla, atrás la reina deja la corona para el siguiente Rey, mientras en el autobus-lata sigue la marcha entre rechinidos e histeria colectiva. Y al centro, el tiempo, como anti héroe de la escena siempre en vilo, siempre escurriéndose entre las rajas de la piel, de las manos, del concreto, del cielo convertido en cristal.

Miro la calle por la ventana, observo el autoempleo, la changarrización de la clase obrera despedida por exceso de edad. ¿Cómo explicar a alguien la importancia de la solidaridad mientras observa sus zapatos alcancía? ¿Cómo seguir hablando de la necesidad de igualdad cuando todos somos igualmente exprimidos?

Contemplo, exhalo ansiedad, tras el cristal el barrio se deshoja entre Tag y grafitti, entre bardas que se visten con fotos de hombres que parecen narcotraficantes y dicen ser las voces de la música que habla de sangre, de tiroteos, de matanzas y desamor. Al lado, pasa una camioneta de seguridad pública repleta de policías: gordos entrados en años, rostros morenos, vientres abultados, pistolas añejas, ojos envilecidos, todos amontonados, se me figuran una camioneta de la perrera repleta de miseria.

-Monica Gameros-
diciembre 2012



MONICA GAMEROS: escritora y editora independiente
del sello Cascada de Palabras, cartonera.
http://monicagameros.blogspot.com